“Es que estoy muy gorda”, le escuche decir a mi paciente: “Es una barriguita que no se baja con ejercicio. Trato de comer sano, pero no consigo los resultados que busco. Parezco una manzana”. “Creo que es algo hormonal. No se va ni con láser, lo he intentado todo”.
Mi “complejito físico”, ha hecho que, a lo largo de mi vida, tanto en la adolescencia y adultez, tenga que escuchar cosas como:
- Se nota que no te cuidas! ¡¡Y sigues comiendo cosas que no te hacen bien!! (eso me lo decían todo el tiempo).
- Deberías comer solo ensaladas así no subes de peso.
- ¡Ni se te ocurra comer comida rápida en la cita con ese chico (a), se va a dar cuenta!
- Se están riendo de ti a tus espaldas. ¡Das asco!
- Eres fea y poco femenina.
- Mira esa chica: ¡Qué piel tan lisa y ese cuerpo tan lindo!, no tiene ni un gordito. tu nunca serás así.
Esa sensación de nunca ser suficiente para mi o para los otros estaba todo el día en mi cabeza, siempre susurrándome durante muchos años de mi vida.
Es ahí donde hay que entender que el problema con los complejos que cargamos no son el asunto que nos acompleja en sí: es decir, el problema no es la “barriguita” – que, por cierto, con el tiempo me di cuenta de que a muchas chicas les pasa – el problema son todos aquellos pensamientos intrusivos, destructivos, de autosabotaje y recurrentes, el problema es que el complejo era “protagonista” en mi mente.
En pocas palabras: Estaba todo el tiempo pensando en todo eso y dándole demasiada importancia, exagerando la situación.
Se podría decir, que estaba fusionada cognitivamente con ese complejo, dando una excesiva o impropia regulación de la conducta. Lo que hace de esos pensamientos, un protagonismo único, haciéndole pasar en estados de sufrimiento los cuales influían en su conducta
La gran mayoría de veces queremos solucionar un complejo atacando la “causa”: conseguir hacerme una cirugía para sentirme mejor, o bajar de peso, o una nariz más pequeña, o ser más divertido, o lo que sea que sentimos que anda mal… Pero…. El verdadero problema está en nuestra mente.
Muchas veces nos libramos de un complejo y automáticamente aparece otro.
Es ahí donde debemos aprender a trabajar y entender nuestro ser, efectivamente, de vez en cuando mi complejo aparece para hacer una aparición fugaz, como un acto secundario de un recuerdo vago de lo que fue, pero tomo tiempo quitarle el protagonismo de mis películas mentales; hoy por hoy tengo cosas mas importantes que merecen mi atención, y que valen la pena enfocarme en ellas.
Todos los días hago ejercicio como parte de mi rutina de autocuidado y de belleza, y ya, simplemente eso, quiero verme y sentirme mejor conmigo, no con los otros ni para los otros, solo para mí.
Es exactamente de eso lo que se trata el “superar un complejo”: de no darle ese protagonismo, esa importancia en tu vida, y puedas poner tu atención en las cosas que realmente te deben importar:
la gente a la que quieres, las cosas que te gusta hacer, los sueños y metas que quieres cumplir. Pero, como llegar a ser la (el) protagonista de mi historia; no es fácil, es un trabajo diario, de recordar quien soy y lo que valgo, de soltar el pasado de todo aquello que me hizo daño y entender que solo yo me permito el dolor. Por eso, debo trabajar en mi y solo en mi todos los días, pues todos alrededor son un valor agregado de la felicidad que yo me doy.
Es entender que aquel que te juzga desde el dolor puede tener mas problemas que tú, pero de ti depende como lo quieres tomar, aprende a reír de lo mal que te ven los otros, mientras tu estas feliz en tu película que se llama “ser y estar feliz”, trabajar en tu autoestima y tus fortalezas harán que esos “complejitos”, sean solo un recuerdo mas en un capítulo de tu vida.
A veces dejamos que esos “complejitos” desarrollen en nuestro físico obsesiones en defectos que no existen (dismorfia corporal), y es allí donde debemos empezar a:
- Evitar compararnos con otros: cada uno tiene atributos y defectos, pero eso es lo que nos hace únicos.
- Trabaja en tu autoestima: Solo entendiendo lo que eres podrás saber de que careces y que es lo que te sobra.
- Acepta y ama tus defectos: Todos tenemos defectos, es trabajar y minimizarlos y exaltar nuestras virtudes, dándonos el protagonismo y la aceptación que merecemos.
- Lucha contra tu yo negativo: Siempre tendremos ese pensamiento negativo, desde nuestras experiencias pasadas, desde el escuchar y ver como nos han visto los demás, es vital enfocarnos en nuestros pensamientos positivos y esas personas que han halagado lo bonito y único de nuestro ser.
En una era donde el filtro soluciona el error, la dismorfia y la autoestima se pueden ver afectadas. Enfócate en tu belleza interior, pues esa es la que nunca se acabara.
Hermoso escrito, gracias por esta publicación