¿Sientes que muchas veces empiezas con muchas ganas algo? Pero, al poco tiempo, ¿se te acaba la batería?, ¿sabes por qué se da?…
¡Muchas veces es por la falta de constancia!
Si me pagaran mil pesos por cada vez que he empezado algo y no lo acabé… la historia sería diferente.
El dejar las cosas iniciadas o abandonadas, pueden darse por muchos inconvenientes:
- Falta de tiempo.
- Una mala organización.
- Dificultad para sacar prioridades.
- Otros distractores a los que les dedicamos tiempo (con pequeñas mentiras que nos decimos: “luego continuaremos”).
Pero también, en muchas ocasiones, nuestra mente nos indica que “No es el momento ni el tiempo adecuado para seguir con esto”… y nos empieza a plantear miles de excusas para abandonar o camuflar de motivos “válidos para nosotros”:
- ¿Pero, para que ir al gimnasio con tanto trabajo que tengo que hacer? / mañana mejor madrugo / el próximo mes inicio juicioso (a).
- Ahora no puedo empezar a generar cambios personales, si estoy a punto de cambiarme de casa, luego cuando esté establecido miro como empezar.
- ¿Comer más sano?, este estrés no me deja concentrar, un dulcecito y luego miro como me organizo en la comida.
- Que pereza empezar a hacer algo nuevo, eso no es para mí, no estoy preparado para eso.
O simplemente en nuestro cerebro se activa el modo “procrastinación”. Es por eso, que, cuando empezamos a notar que no se consigue ser constante o disciplinado en lo que es importante para nosotros: es un problema que acrecentamos.
Es allí donde entra el conflicto emocional, puesto que empezamos a dejar de lado sobre todo en lo que nos gratifica, cosas que nos ayudaría y aportarían a hacernos bien:
- Empezar un proyecto nuevo que tengo aplazado o sin empezar.
- Ver por mi salud.
- Mejorar mis competencias o habilidades.
Aquellas cosas que necesitan de una planificación, organización y una constancia para unos resultados a largo plazo, si no puedes hacerlo al instante, colócate metas, pon una agenda (fecha y hora), organízate en la medida que puedas ir haciendo tus cosas a tu ritmo. Evalúa cada situación incómoda que estas postergando, que estas dejando de lado, y entender cuál es esa “emoción” que te hace sentir, para poder dar resultados, debes primero identificar tus sentimientos y validar la causa de las emociones: una reminiscencia, un nivel de estrés, nivel de retraso en el tiempo de hacer las cosas, entre otras.
Recuerda que la única persona que puede marcar el ritmo de mejora eres tú, no te sientas mal, si necesitas ayuda u orientación. Eso también hace parte del proceso de mejora continua. Recuerda, el primer paso es aceptar el problema, el segundo es buscar ayuda, y tú estás en el camino a la autosuperación, repite siempre: “YO PUEDO, YO SOY CAPAZ”.